martes, 19 de enero de 2016

Esos locos altitos

Aquellos que una vez fueron unos locos bajitos, esos a los que si mirabas se te caía la baba, con su chispa natural que los caracteriza por su corta edad. Sí, son locos porque nacen sin filtros, vírgenes e inocentes, personitas que están libres de vicios mentales y actúan como debe ser, sin normas, sin prejuicios, sin maldad, sólo por lo que quieren, por lo que les apetece, porque para eso son niños.

Pero esos niños crecen, y cuando crecen la ingenuidad desaparece, la originalidad se escapa, la pulsividad pasa a ser controlada. y no, no es malo, al contrario, sucede así porque nos relacionamos, nos necesitamos los unos a los otros, y por ello, necesitamos normas emocionales.

Cuando un niño crece y aprende normas emocionales, como la empatía, el saber escuchar, el saber dialogar, el respeto, el saber decir no  y el saber decir si, entre muchas otras. Lo que sucede es que se convierten en un señor o una señora. Pero qué pasa cuando esos niños no las aprenden, no echan cuentan, pasan, se las suda...pues que crecen, sus cuerpos se alargan, sus cabellos se multiplican, sus mentes se llenan de ideas...pero ocurre algo contradictorio, a ellos también les desaparece la ingenuidad, la originalidad y la pulsividad. Entonces, ¿Qué pasa? Pues que ellos saben, conocen que existen las herramientas emocionales, pero no saben usarlas, están perdidos...con lo que su forma de actuar pasa a ser impulsiva, sin miramientos, sin reflexión, se vuelven locos....con lo que se convierten en esos locos altitos.